La caracterización heideggeriana del otro como co-ser-en-el-mundo, que encontramos en Ser y Tiempo y en los escritos que le anteceden, ha desatado una intensa polémica en torno de los logros y los límites de este reconocimiento ontológico de la alteridad. Pese a la inmensa cercanía del pensamiento de Gadamer con el de su maestro y a la presencia indudable de muchas de las tesis de éste en Verdad y Método, en esta obra se presenta implícitamente una toma de distancia frente a la concepción heideggeriana de la negatividad y alteridad, así como una completa reformulación de la manera como se concibe la comprensión. Frente al arrojamiento del ser-ahí destacado por Heidegger, Gadamer hará valer la experiencia ética cotidiana y el diálogo que en ella se presenta entre el yo y el tú. Frente a la negatividad radical y a la finitud de la existencia que se producen en la experiencia de adelantarse hacia la propia muerte (ser-para-la-muerte), Gadamer destacará la conciencia de la finitud y de los propios límites que se gana en la experiencia de lo otro o de lo dicho por el otro en el diálogo de las tradiciones (ser-para-la-historia). Más allá de lo que suele pensarse, la hermenéutica gadameriana realiza una tematización de la experiencia hermenéutica y del acontecer mismo de la historia muy distinta de la manera como Heidegger concibe el arrojamiento del ser-ahí en el darse histórico de sentido en el que se ofrece el ser mismo. La comunicación termina con una breve exposición del modelo del diálogo como modo de concebir la experiencia humana del mundo, el acontecer de la historia y el propio darse del ser mismo en el lenguaje.