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Universidad Nacional Autónoma de México

Catherine Malabou: la plasticidad destructiva y el teatro del absurdo

Semblanza

Investigadora posdoctoral en el Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (CEIICH) de la UNAM (México), donde realiza una investigación sobre el movimiento corporal desde un enfoque transdisciplinario en el que convergen la filosofía, la neurociencia y la danza. Realizó un Máster y un Doctorado en la Universidad de Kingston en Londres, contando también con una licenciatura en Historia por la UNAM. Sus trabajos académicos se han publicado en revistas nacionales e internacionales y presentado en ponencias en México, Reino Unido, Canadá y España. Ha sido reconocida con la beca CONACYT-FONCA para estudios en el extranjero (2018), la Beca O’Gorman de investigación para jóvenes en teoría de la historia (2018), la Santander Universities Masters Scholarship (2014), entre otras. Se ha desempeñado como docente en programas de licenciatura y posgrado en la UNAM, el Instituto Mora y la Universidad del Claustro de Sor Juana, y anudado a ello, forma parte del Colectivo TACo. Su trayectoria como ensayista le ha permitido trabajar durante una década en la revista Nexos, y publicar textos que le dieron el mérito de ser galardonada con la Beca Jóvenes Creadores del FONCA (2016-2017) en la categoría de ensayo creativo.

Resumen

El concepto central del pensamiento de la filósofa francesa Catherine Malabou es el de plasticidad. Se trata de un término aglutinante que permite pensar los procesos de formación, transformación y deformación de la materia. En su corpus atestiguamos la presencia de una definición general y tripartita de este vocablo, heredero del griego Plassein (moldear), que remite a: 1) la capacidad de un material de ser susceptible de cambiar su forma, como sucede con la cera que es maleable; 2) la capacidad de dar forma a un material, como en el caso de la cirugía y las artes plásticas en las que se moldea un cuerpo u objeto; y 3) aludiendo a los vocablos franceses plastiquage (hacer explotar) y plastiquer (explotar), a la sustancia creada a base de nitroglicerina, el compuesto de la dinamita, capaz de suscitar violentas detonaciones. Las múltiples acepciones de la plasticidad le permiten a Malabou hacer de este vocablo una puerta de entrada a una variedad de temas que van de la dialéctica hegeliana, al cambio en la filosofía de Heidegger, pasando por cuestiones de género en un rico diálogo con Judith Butler, así como del operar del cerebro. De manera particular, las reflexiones de Malabou sobre la neuroplasticidad, es decir, sobre los distintos procesos de metamorfosis del cerebro, actualizan el antiguo problema sobre el vínculo entre el cuerpo y el espíritu, o, más precisamente, entre lo cerebral y la psique o lo mental. Esto lo vemos en ¿Qué hacer con nuestro cerebro? (2007), Los nuevos heridos. De Freud a la neurología -pensar los traumatismos contemporáneos (2007) y Ontología del accidente (2009), tres obras que analizan diferentes modalidades del operar plástico del cerebro que incluyen las versiones positivas de la metamorfosis, así como las negativas. En el primer caso, Malabou apunta hacia los procesos donde la cartografía cerebral se transforma de manera óptima en respuesta al propio desarrollo natural del organismo, a su adaptación y experiencia del medio, e incluso a accidentes menores tras los cuales se desencadenan procesos de reparación o compensación neuronal. No obstante, dice la filósofa recuperando el tercer sentido del término que cruza todo su pensamiento, hay ocasiones en las que el cambio es completamente negativo. Esto sucede con los accidentes fortuitos e imprevisibles en los que atestiguamos una significativa modificación neuronal y psíquica, y cuyos efectos clausuran cualquier posibilidad de reparación. Es el caso de quienes han sufrido una destrucción en su tejido cerebral radical a causa de lesiones orgánicas, tumores o enfermedades neurodegenerativas como la del Alzheimer. Heridas que no sólo modifican de manera radical la estructura material del cerebro, sino que trastocan por completo la identidad del sujeto que las sufre. Personas que Malabou denomina como “nuevas heridas” y que son el tema central de la ponencia que aquí presento. Sirviéndose del ejemplo de Gregorio Samsa, el personaje de Franz Kafka, Malabou explicar la naturaleza de este tipo de los accidentes sufridos por los “nuevos heridos” como situaciones insólitas, desprovistas de vínculo con la historia pasada del sujeto en las que emerge de manera simultánea una des/reorganización neuronal, así como una mutación de su identidad. Accidentes hermenéuticamente inaprehensibles que, como Malabou afirma siguiendo la postura del neurocientífico Antonio Damasio, trascienden la antigua distinción entre enfermedades del cerebro y enfermedades de la mente, e invitan a ampliar nuestros conceptos de lesión cerebral, sufrimiento psíquico y trauma. La referencia a la capacidad de aniquilamiento inherente a la plasticidad le permite a Malabou ensanchar el concepto de trauma del psicoanálisis freudiano para incluir accidentes tanto materiales u orgánicos que no se vinculan con la vida pasada del sujeto herido y que sin embargo crean un profundo sufrimiento. En este punto, Malabou llama a dar cuenta de una nueva forma de trauma que, a diferencia de lo que defiende Freud, no es un asunto reprimido, relegado u oculto. Se trata, sentencia en Ontología del accidente de “modos de ser sin genealogía” (2009, 12). En esta ponencia quisiera centrarme en el análisis que la autora hace del desarrollo de la enfermedad de Alzheimer en su abuela como estrategia de ilustración de esta concepción ampliada del trauma. Tras exponer los elementos constitutivos del nuevo concepto propuesto por la filósofa, propongo analizar la forma en que la autora gira hacia la literatura para continuar con su problematización. En particular hago énfasis en el símil que efectúa con el teatro del absurdo, el género desarrollado a mediados del siglo pasado por figuras como Samuel Beckett, Eugene Ionesco y Jean Genet. Un teatro en el que es habitual la ausencia de una trama, las transformaciones fortuitas de los personajes, la aparición de situaciones cíclicas y reiterativas, la sensación de completo extrañamiento por parte de quien mira el espectáculo -el famoso efecto de distanciamiento. Se trata de piezas en las que el pensamiento racional es simplemente inútil y donde Malabou encuentra la “retórica más apropiada” para expresar el “dolor cerebral” (2007, 100).
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