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Universidad Nacional de Colombia

La alteridad y el pensar. Sobre el carácter imprescindible de la experiencia de lo Otro en la comprensión de sí y del mundo en Heidegger

Semblanza

Filósofa graduada con mención meritoria de la Universidad Libre de Colombia. Realizó estudios de Maestría (2016) y doctorado en filosofía (2021) en la Universidad Nacional de Colombia. Sus intereses se centran en temas de la filosofía hermenéutica y la filosofía francesa contemporánea. Es miembro del grupo de investigación la hermenéutica en la investigación filosófica contemporánea, en el cual desempeña la coordinación de un semillero de investigación en Heidegger. Ha publicado distintos artículos tales como, 'De la amistad a la política y a una política de la amistad' en la Revista Sin Fundamento, '¿Existencia auténtica en la época de la técnica?' en la Revista Estudios de Filosofía, entre otros. Actualmente se desempeña como docente ocasional en la Universidad Nacional de Colombia.

Resumen

Una de las críticas más recurrentes al pensamiento heideggeriano concierne al reducido rol que en él tiene la alteridad (para ser más específica, el otro, entendido como un tú) y su relevancia en la comprensión. En Ser y Tiempo la relación que entablamos con otros Dasein, el ser-con (mitsein), es un existenciario, es decir, ella es inherente a la existencia, y, por lo mismo, ser-con (SZ cap. IV) no significa que sea posible relacionarnos con los otros de forma esporádica o que el Dasein pueda prescindir de ellos; por el contrario, por y junto con los otros accedemos y nos apropiamos del ser, somos susceptibles de tener mundo y desenvolvernos en él. La relevancia del ser-con y el peso de este en la comprensión se revela, p.e., en el fenómeno de la caída (SZ §35-38). Para decirlo de manera breve, en la caída estamos absortos en las significaciones públicas, en los sentidos instaurados socialmente, y dejamos que nuestra existencia se rija en función de estos. El Dasein caído no decide genuinamente, sino que lega el peso de su existencia al ‘uno’ (Das Man), que no es nadie, pero que son todos, incluso yo misma, al mundo público que decide qué es lo comprensible, lo posible, lo bueno, lo mejor, etc. El cómo vemos a lo ente, comprendemos su ser, es indisociable del ser-con, de un mundo de sentido compartido con y por los otros. Empero, como señala Emmanuel Lévinas en Totalidad e infinito, en la exposición heideggeriana del ser-con, el otro es un ego o lo mismo que yo. En otras palabras, en SZ no se piensa al otro en su alteridad (o a lo absolutamente otro). Lecturas semejantes a la elaborada por Lévinas interpretan que SZ encubre una objetivación de los otros, ellos son comprendidos como una suerte de conjunto homogéneo, son lo semejante a sí mismo. En defensa de Heidegger se puede decir que, por una parte, SZ fue una obra en la que se buscaba una reformulación de la pregunta por el sentido del ser, tomando como punto de partida un análisis fenomenológico del Dasein. El develamiento de las estructuras de la existencia y de su ser tenía como único propósito acercarnos a comprender la indisociabilidad de ser y tiempo. La propuesta del Heidegger de SZ pretendía la elaboración de una ontología fundamental y no una ética. La exposición del ser-con estaba restringida a revelar mi indisociabilidad de los otros e incluso la incidencia de ellos en la comprensión, pero, teniendo en cuenta el propósito de la obra, en modo alguno incluye (o debería incluir) un examen (ético) detallado de la relación con los otros. Por otra parte, el pensamiento heideggeriano tuvo distintas inflexiones y transformaciones y, sin embargo, se desplegó en torno a un único problema: el ser. Poco sorprendente es la ausencia de reflexiones explícitas acerca del otro o del reconocimiento de su ‘alteridad absoluta’ (por emplear los términos de Lévinas) y, no obstante, la no explicitud no es un impedimento para reconocer el valor de la alteridad en Heidegger. Por el contrario, en trabajos posteriores a SZ, en especial en el periodo en el que el filósofo de Friburgo se aboca a pensar el Ereignis, lo otro posee un lugar central. Serenidad (Gellasenheit) y meditación (Besinnung) son términos que Heidegger utiliza para designar el pensar que presencia, atiende y se apropia del desocultamiento del ser, del Ereignis. Serenidad y meditación, el pensar genuino que poco o nada tiene en común con el pensar racional que calcula y planifica la acción y los potenciales resultados de ella, puede verse como el enfrentamiento a lo Otro. El pensar genuino, el presenciar el darse del ser, es un trastocamiento de la comprensión que tengo del mundo de sentido y de mí misma. La apropiación del Ereignis, sin embargo, no debe concebirse como una reducción de lo otro a lo mismo, como una aprehensión u objetivación de la alteridad resultado del pensar racional. Como Heidegger explica en Meditación o en Debate en torno al lugar de la serenidad. De un diálogo sobre el pensamiento en un camino de campo el pensar genuino escapa al dualismo activo-pasivo, en la decisión, la apropiación del Ereignis, no hay un yo que elige, sino que es lo Otro lo que impulsa el actuar. Pero el Ereignis no es sólo la emergencia de lo Otro, al presenciarla el ser humano también puede develar lo otro en sí mismo, reconocer en sí mismo rasgos o lograr una comprensión de sí que sin lo Otro no le sería posible. En ese sentido, las reflexiones heideggerianas sobre el Ereignis son un pensamiento de la alteridad, en el que la apropiación del acontecimiento escapa a la voluntad, al cálculo y la dominación del pensamiento racional. Asimismo, lo Otro en Heidegger es en algún sentido más radical que al levinasiano, porque lo Otro no es sólo un tú. La presente ponencia busca ahondar en cómo la experiencia de la alteridad, del darse del ser, es imprescindible para el pensar y, por lo mismo, para la comprensión de sí y del mundo, a partir de las reflexiones heideggerianas del periodo del Ereignis. Asimismo, se intentará responder a la crítica levinasiana planteando que el pensamiento heideggeriano es más radical al no restringir la alteridad a lo humano.
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