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Universidad Nacional Autónoma de México

Yo no pude haberlo pensado: delirio y segunda persona

Semblanza

Psicóloga, Magíster y Doctora en Filosofía de la Universidad Nacional de Colombia. Su investigación reciente se ubica en la intersección entre las ciencias cognitivas y la fenomenología. Aborda problemas relativos a la conciencia desde la cognición 4E (esto es, cognición encarnada, enactiva, extendida y embebida), y desde el proyecto de la naturalización de la fenomenología, que vincula esta disciplina con investigaciones en psicología, neurociencias, sociología, pedagogía, ciencias políticas, biología y psiquiatría. Desde hace una década participa en proyectos de investigación dentro del grupo “Filosofía y Cognición” del departamento de filosofía de la Universidad Nacional de Colombia y del grupo “Fenomenología y psicopatología” financiado por la Asociación Colombiana de Psiquiatría.Entre sus publicaciones más recientes se ubican “Hacerse mundo con otros: Intersubjetividad como co-constitución” (2022), y “Atención conjunta en ciencias cognitivas y fenomenología” (2021).

Resumen

En esta ponencia tomo elementos de la filosofía del delirio de inserción del pensamiento para proponer, desde una perspectiva fenomenológica, que este delirio parte de la extrañeza o falta de familiaridad en relación con lo que algunos pensamientos expresan. Inicialmente discuto con tres posturas sobre el delirio. Las dos primeras posturas se enfocan en los aspectos estructurales del pensamiento anómalo: una de ellas enfatiza en la pérdida de un carácter de la autoconciencia (self-awareness) en el delirio (e.g. cf. Gallagher, 2005; Parnas, Møller, Kircher, Thalbitzer, Jansson, Handest y Zahavi, 2005), y otra en el carácter intersubjetivo anómalo que se vislumbra en dichos pensamientos (e.g. Fuchs y Röhricht, 2017; Roy, 2017). Una tercera postura critica el énfasis en los aspectos estructurales de la conciencia, y se enfoca en el contenido de los pensamientos insertados (Ratcliffe, 2017). Esta postura da prioridad a lo que los pensamientos anómalos expresan sobre la posible afectación de la estructura del pensamiento que se manifiesta en ellos. En un segundo momento de la ponencia, planteo mi propia perspectiva del delirio: Tomo la posición crítica de Ratcliffe como punto de partida para sugerir que, lo que expresan los pensamientos, no impide identificar aspectos estructurales de la experiencia delirante. Los pensamientos, al igual que la corporalidad, expresan una perspectiva del mundo de la vida (Lebenswelt) de modo que corresponde con un estilo,  (cf. Merleau-Ponty, 1985). Ese estilo, entendida como el modo en el que el sujeto se posiciona ante el mundo, no solamente involucra aspectos perspectivales, sino que corresponde a su vez con la historicidad de significaciones -o habitualidades- sedimentadas y trasferidas a la experiencia del presente vivido. En términos de la experiencia de sí, en la medida en que corresponde con la sedimentación de habitualidades, el estilo es constitutivo del yo puedo, que en la fenomenología husserliana (cf. Husserl, 2005) es el punto de partida de la conciencia anímica -un yo corporal- y en Merleau-Ponty (1985) aparece como la unidad originaria e implícita de la conciencia. Con ello, el reconocimiento de la perspectiva de los otros con los que comparto el mundo no depende exclusivamente de su posición espacial sino también de su modo de actuar, de pensar y emocionar. No solamente reconozco el estilo de los otros (puedo anticipar la manera en que mi madre reaccionaría ante una situación estresante) sino también reconozco el mío, con lo que es parte constitutiva de la autoconciencia. Aunque trasparente en el navegar cotidiano, la expresión lingüística en la que el pensamiento se hace consciencia (parafraseando a Merleau-Ponty, 1985) tiene un estilo que identifico como propio. Considero que esta familiaridad fundamental con el modo de expresión es clave en el reconocer un pensamiento como propio. En la ponencia, propongo que la anomalía corresponde con una ruptura en el estilo propio del pensar: el las palabras usadas y la tonalidad en la que se expresa el pensamiento, por ejemplo, el paciente experiencia la extrañeza sobre lo que allí se dice. Pero no solamente en tanto las palabras y la tonalidad acompañan un significado literal de las palabras, sino que, como he dicho, ellas expresan una perspectiva de mundo de la vida distinto. Las palabras remiten a horizontes de sentido que corresponden con otras historicidades, otras experiencias del mismo mundo que, en esas palabras identifica el paciente como no correspondientes a su propia historicidad y experiencias. Desde esta perspectiva, lo expresado en el pensamiento insertado se da en segunda persona, lo que contrasta con los pensamientos vividos como  propios. La inserción, experienciada como una sensación de extrañeza sobre ciertos pensamientos, tiene que ver con que el pensamiento insertado expresa un estilo que no es el propio; en la relación entre estilo y del sí como sus posibilidades, la sentencia: yo no pude haber pensado eso significa que, lo allí dicho no corresponde con las posibilidades afectivas, sensoriomotoras y propioceptivas del sujeto.
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